Cada vez que llega el mes de diciembre, siento como
algo en mi interior, cambia,
se transforma. Es algo que me pasa cada año.
Uno
tras otro, da igual la edad que tenga,
porque enseguida empiezo a mirar todo a
través
de los ojos de una niña pequeña.
Los días grises, las luces en Madrid,
las manidas
cancioncillas navideñas
(tan machaconas y a la vez con esas melodías
pegadizas…).
“Christmas is coming”
y eso se nota en el ambiente.
Mires donde mires ves a gente
preparándose para los días que vienen.
Algunos
transportando a duras penas su cesta de navidad en el vagón del metro
(minoría
en estos tiempos que corren),
otros cargados de bolsas llenas de ilusión para
sus seres queridos,
otros, los más pequeños,
mirando con la boca abierta
la cantidad
de papanoeles que proliferan
en la
capital
y que campan junto
a los “Dora la exploradora” y “Bob Esponja”
e turno
en cada esquina…
No puedo evitarlo.
Me puede la ilusión.
Aunque
también reconozco que, a veces,
siento un brote de melancolía en el pecho.
Es
tiempo de reflexión.
De echar la vista atrás y ver como ha ido el año.
Yo personalmente me he enfrentado este año a muchos
cambios.
Algunos buenos. La
mayoría.
Porque siempre, aunque no lo parezca, todo tiene una
parte buena,
aunque haya que esforzarse para encontrarla.
Yo de este año saco muchas cosas positivas.
Por
ejemplo que El Club de los Martes ha desplegado sus alas
y no ha tenido miedo echar
a volar. Ha sido un paso muy importante para nosotras tres
y la verdad que la
experiencia ha sido increíble.
Y lo ha sido porque nos ha ayudado a conocernos
mejor
a nosotras mismas y entre nosotras,
haciéndonos cómplices de este
“pequeño” gran proyecto.
Hemos visto “de lo que somos capaces” y, a veces nos
hemos sorprendido.
Es lo que tiene esto de la creatividad. A
veces surgen cosas que un minuto antes
no existían siquiera en tu cabeza.
Poco a poco hemos dado nuestros primeros pasos como
“diseñadoras”
como “creadoras” como “artesanas”.
Es ahora cuando te das cuenta de la gran cantidad de
tiempo que
se emplea para dar forma a una idea y, por desgracia, de lo poco que,
en algunas ocasiones,
se valora ese esfuerzo.
Aunque no siempre ocurre así.
Nos hemos hecho “feriantes”
y gracias a esto hemos
conocido a gente increíble.
Con la que compartir experiencias, trucos,
consejos,
y sobre todo ilusiones y sueños comunes. Gente muy especial.
Todos
distintos.
De aquí y de allá. Artesanos como nosotras.
Vane, Elena quiero compartir con vosotras este gran
momento que estamos viviendo.
Y sobre todo celebrarlo y también, ¿por qué no?
daros las gracias.
Por todo.
Porque sois “muy grandes”
porque soy un poco mejor
desde que os tengo en mi vida
y porque me habéis acompañado en un camino que,
definitivamente, no me hubiera atrevido a recorrer sola.
Os deseo todo lo mejor,
porque,
sinceramente, os lo merecéis. Y,
aprovecho este blog para deciros que
Nunca os rindáis,
siempre seguid adelante,
luchad por vuestros sueños,
porque,
como se ha demostrado,
“muchas veces se cumplen”
Os quiero!
¡Feliz Navidad a todos!
Artesanos y no artesanos
Amigos y conocidos
Familiares
Compañeros
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