El balance de “El Club de los Martes” no es un balance cualquiera, con números por todas partes en rojo y azul, Debe y Haber, Sumas y Saldos; el balance de “El Club de los Martes” viene impreso multicolor y no entiende de beneficios ni pérdidas, no tiene ciclos contables, no hay hojas de libreta manchadas con grises sumas y restas.
A un lado, en el Haber, vamos poniendo las necesarias cuestas arriba, que, aunque son pocas, también las hay, no nos engañemos: los días de duro trabajo de preparación y las noches de nerviosos desvelos.
Pero todo lo demás va al Debe, así, con letras adornadas con purpurina: las visitas y ayudas de los viejos y nuevos amigos (Bea, Raquel, María, EnCANDYla y sus dulces zapatos, y tantos y tantos otros: gracias, gracias, gracias), la explosión de colores que son las personas que hemos conocido allí (un guiño especial para el terremoto de Recyclass), el dejar volar nuestras pequeñas creaciones a la solapa de quien ha considerado que “El Club de los Martes” debe entrar en su vida.
Allí pensamos quedarnos, no lo dudéis. Con Balances tan positivos, cómo no hacerlo.
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